REFLEXIÓN
La presión sonora en un punto es debida no sólo a la radiación directa de la fuente, sino
también al sonido indirecto procedente de todas las reflexiones que se producen. Si la energía
reflejada es alta, estamos ante una superficie reflectante, acústicamente dura, que se comporta
de un modo similar a los espejos con la luz.
Para los estudios y cálculos de las reflexiones suele utilizarse la teoría geométrica basada en la
propagación del sonido en línea recta. De ahí el concepto utilizado de rayo sonoro por analogía
con el rayo luminoso. Dependiendo de las características del obstáculo donde se produce la
reflexión, el rayo sonoro puede reflejarse en una sola dirección o en varias direcciones, con lo
que el estudio de su comportamiento se hará más complejo.
ABSORCIÓN
Cuando una onda sonora incide sobre una superficie, una pequeña parte de la energía se
disipa absorbida por la misma. La absorción de la superficie es una función que depende de
bastantes parámetros tales como rugosidad, porosidad, flexibilidad, y, en algunos casos, sus
propiedades resonantes.
La eficacia de una superficie o material absorbente se expresa como un número entre 0 y 1,
llamado coeficiente de absorción, α, de manera que 0 representa la no absorción, es decir,
reflexión perfecta y 1 corresponde a la absorción perfecta.
El coeficiente de absorción es una función que varía con la frecuencia de la onda sonora por lo
que es necesario conocer el espectro de ruido para juzgar el efecto que producirá el material
absorbente sobre el ruido.
AISLAMIENTO (Transmisión)
Los obstáculos que encuentra una onda sonora en su propagación actúan como "barreras"
ante el sonido. La capacidad que presenta un material o un obstáculo para oponerse al paso de
la energía sonora a través del mismo (transmisión) se conoce como aislamiento. El mayor o
menor aislamiento depende fundamentalmente del espesor y la masa superficial del obstáculo.
La pérdida por transmisión (TL) es la relación entre la energía sonora incidente y la energía
sonora transmitida y se expresa en decibelios
DIFRACCIÓN
Cuando una onda sonora encuentra un obstáculo que es pequeño en relación con la longitud
de onda λ, el frente de onda en los bordes del mismo cambia de dirección. Este fenómeno se
denomina difracción, y tiene como consecuencia que la denominada zona de sombra acústica
(zona protegida situada detrás de un obstáculo) es considerablemente menor que la zona de
sombra visual.
El efecto "suelo"
Se denomina "efecto de suelo" o “efecto suelo” a las alteraciones producidas en la propagación
de un sonido por la presencia de un determinado tipo de suelo.
Por una parte, el suelo actúa como un obstáculo sólido, reflejando una fracción de la energía
acústica y absorbiendo el resto. Por otra parte, existen en las proximidades del suelo (sus
efectos pueden sentirse hasta una altura de 10 metros) gradientes de temperatura y humedad,
variables a lo largo del tiempo, movimientos de tierra, vegetación, y diversos obstáculos
naturales que ralentizan la propagación del sonido, y provocan una absorción difícilmente
evaluable.
Esta situación hace que la ley de atenuación de los niveles sonoros con la distancia se vea
modificada por el efecto de suelo. A falta de modelos precisos, existen curvas experimentales
para la evaluación de éste en función de la distancia a la fuente y el tipo de suelo.
INDICES PARA LA EVALUACIÓN DEL RUIDO AMBIENTAL
Las molestias debidas al ruido
El estudio del origen y propagación del sonido permite determinar las características principales
del ruido, entendido éste como un sonido no deseado. Sin embargo, el carácter de molestia
intrínseco a la definición de ruido, añade un componente de carácter no acústico, que necesita
de la contribución de la fisiología, la psicología, la sociología y otras disciplinas para ser
correctamente interpretado. Desde un punto de vista medioambiental, el estudio y control del
ruido tienen sentido en cuanto a su utilidad para alcanzar una determinada protección de la
calidad del ambiente sonoro. Los sonidos son analizados para conocer los niveles de inmisión
en determinadas áreas y situaciones, y conocer el grado de molestia sobre la población.
Existen situaciones en las que estas molestias son evidentes, ya que la exposición al ruido
puede provocar daños físicos evaluables. Sin embargo, en gran parte de los casos, el riesgo
para la salud no es tan fácil de cuantificar, interviniendo factores psicológicos y sociales que
suelen ser analizados desde un punto de vista estadístico.
El grado de molestia tiene un componente subjetivo que introduce una considerable
complejidad en el intento de establecer los criterios de calidad del ambiente sonoro. Conviene
recordar aquí que el concepto de subjetividad no está reñido con un análisis científico de los
problemas, y existirán indicadores de ruido que estén mejor o peor correlacionados con el
grado de molestia.
Para poder abordar el problema del ruido, es necesario, por lo tanto, el establecimiento de un
indicador que “explique” adecuadamente este grado de molestia. Entre el gran número de
parámetros e índices desarrollados en el campo de la acústica para el estudio de los sonidos
es preciso seleccionar un indicador de molestias (a ser posible un índice numérico) que sirva
de base para la evaluación del impacto y para el establecimiento de valores límite de inmisión
que garanticen una determinada calidad del ambiente sonoro. Por otra parte, para ser
operativo, este índice debe ser fácil de obtener y de interpretar.
Las molestias debidas al ruido dependen de numerosos factores. El índice que se seleccione
debe ser capaz de contemplar las variaciones o diferentes situaciones de los siguientes
aspectos, entre otros:
a) La energía sonora: Las molestias que produce un sonido están directamente
relacionadas con la energía del mismo. A mas energía (sonido más fuerte) más
molestia. El índice básico relacionado con la energía sonora es el nivel de presión
sonora.
b) Tiempo de exposición: Para un mismo nivel de ruido, la molestia depende del
tiempo al que un determinado sujeto está expuesto a ese ruido. Podemos estar
contemplando periodos de segundos, minutos, horas o incluso una vida laboral
entera. En general, un mayor tiempo de exposición supone un mayor grado de
molestia.
c) Características del sonido: Para un mismo nivel de ruido y un mismo tiempo de
exposición, la molestia depende de las características del sonido: espectro de
frecuencias, ritmo, etc. La música es un sonido que en general resulta agradable
d) El receptor: No todas las personas consideran el mismo grado de molestia para el
mismo ruido. Dependiendo de factores físicos, distintas sensibilidades auditivas, y
en mayor medida de factores culturales, lo que para uno son ruidos muy molestos,
para otros pueden no serlo. Los factores culturales están relacionados con la
experiencia vital del sujeto y sus expectativas. Distintas sociedades reaccionan de
manera diferente frente a sonidos más o menos “familiares”. En las culturas
occidentales, las mayores diferencias se encuentran entre los habitantes de los
pequeños núcleos rurales y los de las grandes ciudades. Dentro de un mismo
sector de población, el factor edad parece ser también significativo.
e) La actividad del receptor: Para un mismo sonido, dependiendo de la actividad del
receptor, éste puede ser considerado como un ruido o no. El caso más evidente es
el de los periodos de descanso. Un sonido que puede ser considerado como
agradable (un concierto de música) se convierte en un ruido molesto si el receptor
pretende dormir. Sonidos que durante la actividad laboral pasan desapercibidos, se
convierten en ruidos perfectamente reconocibles en periodos de descanso.
Algunas actividades o estados requieren ambientes sonoros más silenciosos
(lectura, enfermedades, conversaciones, etc.), percibiéndose como ruido cualquier
sonido que no esté relacionado con la actividad.
f) Las expectativas y la calidad de vida: Dentro de este epígrafe se engloban aquellos
aspectos subjetivos, difíciles de evaluar, que están relacionados con la calidad de
vida de las personas. Para ciertos grupos de personas, las exigencias de calidad
ambiental para el tiempo y los espacios dedicados al ocio son muy superiores a las
de otras situaciones. El caso más frecuente es el de las viviendas de segunda
residencia, en las que los ruidos se perciben en general como mucho más
molestos que en la vivienda principal, debido a las expectativas de descanso
depositadas en la segunda residencia. También sucede habitualmente que en
entornos de una gran calidad ambiental, se aceptan peor los ruidos que en
entornos medioambientalmente degradados.